
Las residencias de ancianos, están convirtiéndose en los últimos años en una verdadera necesidad para muchas personas.
Parece que los nombres que atribuimos a esos centros, como residencia de ancianos, geriatrico, para mayores etc. llevan implícito que todas las personas que vivirán en ellas serán » los mayores», pero, en realidad la pregunta seria la siguiente, ¿esto es así realmente?
Aunque para contestar esta pregunta deberíamos saber realmente quienes son los mayores, y la respuesta no es siempre fácil, lo que sí lo es, es que cada década que pasa las personas se mantienen activas e independientes durante más tiempo. Nada tiene que ver una persona de 70 años de los años cuarenta comparada con una en la época actual. Hablar hoy de un «anciano» de 60 años nos parece algo increíblemente incierto o quizá hasta una broma de mal gusto cuando hace solo unas décadas sí que hubiera sido lo correcto.
Algunas normativas autonómicas sobre servicios sociales permiten el ingreso de personas, incluso, por debajo de los 60 años en residencias para mayores, siempre que cumplan unos requisitos. Aun así, la realidad en España es que las personas ingresan con una edad media de más de 80 años, aunque la edad en sí nunca es el factor que va a definir el ingresar en un centro, pero sí que lo determinara la dependencia y las circunstancias familiares.
A todo el mundo le gusta vivir en su casa y, si tiene que recibir cuidados, se prefiere que sean de un familiar lo más directo posible. Hoy en día existen varios servicios que ayudan precisamente a eso, para poder vivir en casa el máximo tiempo posible (teleasistencia, atención domiciliaria, centros de día..). Pero todo depende de las circunstancias que rodean cada caso en particular. Por eso se puede decir que una residencia geriátrica no es una residencia para personas mayores sino para personas con unas necesidades que no pueden recibir en casa.
Así las residencias no son centros para personas mayores sino «centros para personas dependientes que resulta que, además, son mayores».